Bueno, ya está. Estoy en casa nueva, en territorio desconocido, he tomado un camino sin saber qué hay al final. Qué importa aveces estas cosas ocurren.
Puede que sea una más de las locuras que día a día nos toca vivir. Lo reconozco el corazón me va rápido, las piernas me flojean, los ojos los noto un poco vidriosos, demasiados húmedos, lo que nos cuesta decir que las lágrimas son universales. Los vecinos, también lloramos. Y qué?...Así es la cosa. Pero es curioso me cambio de casa y sigo viviendo en un cuarto piso. Bueno puede que no sea tan casual después de todo. Me acerco a la ventana con discreción y veo que hay mucho movimiento. En efecto hay más gente cerca que parece que también recién aterrizan. Es increible como si de una cadena de coincidecias se tratara. Estoy tan cansado por la mudanza que no me apetece desembalar paquetes y pensar dónde ubicar cada cosa. Me apetece más mirar por la ventana de mi nuevo cuarto piso.
Veo movimientos rápidos, gente que limpia y coloca, gente que va y viene, gente que piensa dónde taladrar para colgar el cuadro o la lámpara. Veo también al fondo a una jóven pareja. Uno de ellos me recuerda a un pirata del lejano Caribe, ella parece una musa, un torbellino. Han tirado las cosas que llevan en las manos de cualquier manera, no parecen preocupados por colocar ni limpiar nada. Veo como cierran la puerta con una llave que da siente vueltas en una. Su piso parece quedar casi a oscuras y yo, sin embargo, les continúo viendo con total claridad. NO parece importarles que les mire. El pirata devora a la musa con la mirada. La musa no es como la de los poetas según cuentan, recatada y mimosa. Ella le empuja contra la pared, en un instante le despoja de su pañuelo, y de sus ropajes. NO le deja que se mueva, con la mirada ata todos sus pensamientos y le paraliza. Como fiera hambrienta abre su boca y devora cada poro y cada sueño del jóven ardiente pirata del Sur. Ahora el pirata revelde, se convierte en manso cordero. Ahora la sensible musa se convierte en animal mitológico. En cada mordisco el dolor es infinito y el placer es mayor. Con cada lamida de ella, los temblores y el sudor del pirata aumentan. Mis ojos se hacen más grandes por momentos. Mi cuerpo se transforma para estar al otro lado de la ventana.
Suena mi máldito móvil y tengo que seguir dando explicaciones de por qué me marcho de casa. Mientras musa y pirata se devoran yo doy explicaciones vagas, con palabras entrecortadas, con desgana. Sería mar de pasiones si encontrara sal dulce como la miel.
El Vecino del 4º
Besos desde el otro lado de la ventana.
Posdata: Mirar con ojos de la fantasía permite ver los sueños más creíbles y más reales...